lunes, 1 de marzo de 2010
Vals con Novia Petisa
"Decime, ¿a vos te gusta?, me preguntó otra vez, rígida, indescifrable. "¿Si me gusta qué?", le dije disimulado, conservador. "Hace media hora que estás mirándoselo a la novia, ¿sabés?, ¿te pasa algo? (...) Nunca entendí por qué no me sacás a bailar, ¿es porque soy petiza? (...) Percibía de un lado las confesiones de ella y, del otro, la defunción de mi amigo, su existencia absurda, ridícula. No me animé a tocarlo, no quería que ella se diera cuenta, yo lo había creado innecesariamente, arbitrario (...) Lo sentí pesado, neutro, en el lugar de siempre, no lo quise tocar, por respeto, era un difunto. Además quería conservarlo. Fuimos a bailar, inverosímiles, espontáneos. Ella estaba contenta. Yo me movía como quien bailara para rendirle culto a un ser querido, postmortem (...) Me parecía inapropiado el ritmo de ella, celebraba lo suyo sin importarle lo mío"
Bronstein, Aníbal (2007): "Vals con novia petisa" Los controladores de novias. Editorial Llanto de Mudo, Córdoba. pp. 15-21.
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Muy Bueno! Jajaja
ResponderEliminarGracias Mariana por hacernos revivir ese sutil o no tanto humor que hace de Aníbal BRONSTEIN un gra escritor.
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