Yo soy como la loba
El poema célebre de Alfonsina dice: Me faltaba un amor y ya lo tuve/ una infamia también, y dí con ella/ un engaño y lo hallé. La savia sube/ a copular mi vida en una bella/ rama cargada que pesarme siento/ y empiezo a madurar: estate atento.
La pequeña anécdota histórica dice esto otro: un día Alfonsina Storni estaba en la mesa de un bar con su amigo Santiago Cozzolino y le dijo: “Estoy enferma de soledad... ¿No cree usted que yo debería haberme casado? Pero nadie quiere casarse conmigo”. El amigo reaccionó así:
–¡Cásese conmigo, Alfonsina!
Lo importante le corresponde a ella y la idea es insistir: en todo genio creador, por amante de la libertad que sea (y de sus furtivos gozos), late una inclinación susanesca al casamiento. Hoy le llamamos seguridad jurídica.
De una tertulia literaria habida en Santa Fe Alfonsina obtuvo un romance y de allí un hijo, Alejandro. El nacimiento se produjo en 1912 y del parto nació otro verso célebre: Yo soy como la loba, ando sola y me río... El hijo y después yo, y después,...¡lo que sea! Las relaciones de Alfonsina Storni, madre soltera y feminista, fueron circunstanciales y desmentidas. En 1922 conoció a Horacio Quiroga. Según la biografía de Josefina Delgado, a ella le venía gustando esa cosa trágica, insolente y animal de Quiroga. También la fama de lobo estepario y perseguidor de doncellas. Escribió Quiroga en una carta:
“Anda por Buenos Aires una admirable criatura de dieciséis años, a cuyo recuerdo soy fiel en razón de una noche que cené en su casa, ocupando la larga hora en buscar con mi pie debajo de la mesa lo que, ¡oh Dios!, me fue acordado encontrar con ajeno beneplácito. Aun llegué a bajar la mano, en pretexto de corregir la servilleta, y la coloqué, con la curva precisa, sobre su rodilla, un momento, un solo momento”.
A Alfonsina no la persiguió a lo Neanderthal, fue con altura. Compartieron conferencias, tertulias, provocaciones y la pasión por Wagner. Las fotos de viajes los muestra en poses divertidas y un recuerdo de Norah Lange habla de un juego erótico para niños: Quiroga sostiene en el aire un reloj de cadena al que ambos tienen que besar por sus caras opuestas. En el momento preciso, Quiroga hace ¡uoopsss! Pero llegó el momento difícil, cuando Quiroga resolvió irse a Misiones y le propuso acompañarlo. Ella dudó y consultó con Benito Quinquela Martín. Quinquela fue breve: –¿Con ese loco? ¡¡No!!
Quiroga se fue solo a San Ignacio, volvió al año, la cosa se fue apagando. Dos amigos suyos describieron así el vínculo con Alfonsina: “Sus relaciones –aun si son o no juegos de amor o de inteligencia– con una de las anacóndicas, mujer de alto relieve intelectual, adquirieron caracteres deslumbrantes. El sexo estaba seguramente allí con sus magnetismos cósmicos... Abordaban los temas del amor no como amantes, sino como admirables esgrimistas... Si el afecto de la joven blonda fue muriendo irremediablemente por exceso de idealidad, este siguió el mismo camino por sobresaturación de psiquismo”.
Irremediablemente, fue el título del tercer libro de poemas de Alfonsina Storni.
Fuente:
Blanstein, Eduardo. Periodista y escritor. en Revista Latido. Número 19. Edición virtual: http://www.terra.com.ar/canales/latido/verano/numero19.shtml
martes, 2 de marzo de 2010
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